Las tortugas de agua dulce, también llamadas galápagos, tienen un caparazón más aplanado que el de las tortugas terrestres. Se trata de una adaptación a su hábitat acuático para reducir el rozamiento con el agua cuando se desplazan. A la mayoría les gusta tomar baños de sol en la orilla de las charcas y ríos donde viven, pero sin perder de vista el agua ya que, en caso de peligro, se zambullen rápidamente.
Estos animales habitan al sur de Estados Unidos, y en parte de Centroamérica, aunque pueden vivir como mascotas en cualquier país de clima cálido, o también en países de clima templado.
Pueden llegar a crecer hasta alcanzar los 30 cm. de largo y a vivir alrededor de 20 años en su hábitat natural y hasta 40 años en cautiverio.
Existen galápagos de caparazón blando, que suelen vivir semienterrados en el barro a orillas de las charcas y ríos de África, Asia, Indonesia y Norteamérica.
Las tortugas marinas, en cambio, se caracterizan por tener un caparazón que se une a ambos lados, dándole mayor protección ante los depredadores, pero estos caparazones van a variar en cuanto a forma, colores, textura y grosor, según de la subespecie de que se trate.
Su cuello, tiene 8 vertebras, y si bien pueden meterlo dentro del caparazón, no tiene mucha movilidad.
Al no tener dientes, poseen unos picos cortantes en la parte superior de su boca, además su oído es interno, y muy bueno, no teniendo oídos externos.
Sus pulmones también son muy eficientes, por lo que pueden aguantar la respiración por un período de 10 minutos, luego del cual suben a la superficie para poder respirar.
Los machos por lo general son más pequeños que las hembras y sus colas son más anchas y más largas.
Se caracterizan por cambiar ellas mismas su temperatura corporal, nadando más rápido para calentarse, o sumergiéndose más profundo para enfriarse, ya que no tienen un sistema de autorregulación de temperatura.
Viven entre los 150 y los 200 años aproximadamente.
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