Las Tortugas terrestres constan de un caparazón, que va creciendo a medida que la tortuga crece, y necesita contacto con el sol para que dicho caparazón tome fuerza y se convierta en resistente, ya que no es sólo parte de su estructura sino además su medio de defensa; cuando se sienten amenazadas pueden meterse dentro de él. Los colores, formas y diseños varían según la raza y según el género. (Las hembras tienen la parte de abajo del caparazón que se llama Plastrón derecho, en cambio los machos lo tienen cóncavo).
Este tipo de tortugas se encuentran muy difundidas por el planeta.
Suelen ser exclusivamente herbívoras y su reproducción es ovípara, entierran los huevos en nidos que hacen en la tierra y que después abandonan, por lo que, como muchos otros reptiles, no muestran cuidados parentales hacia sus crías.
Su tamaño puede alcanzar hasta los 30 centímetros, siendo las hembras las que llegan a tener un mayor tamaño.
Tienen un promedio de vida de 40 a 60 años, aunque existen registros de tortugas terrestres de más de 80 años.
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