Nativas de América del Sur, las chinchillas pertenecen al orden de los roedores y se caracterizan por su abundante pelaje. A menudo se les presenta como parientes cercanos de la cobaya o del conejo; sin embargo, sus necesidades y comportamiento son distintos.
Las chinchillas son fáciles de cuidar, amistosas, curiosas y, con mucho tacto, atención y cuidado, algunas pueden llegar a ser mansas. Su falta de olor, sus hábitos de limpieza, su curiosidad y su pelaje extremadamente suave, hacen de ellas unas mascotas atractivas para todos los hogares. Sin embargo, puede no ser la ideal para todas las personas.
Las chinchillas son tímidas por naturaleza y son muy sensibles a la manipulación brusca. No les gusta ser controladas. Se dejan manipular pero no demasiado y, aunque parezcan peluches, no todas se dejan abrazar. A muchos niños pequeños les puede costar entender esto, ya que ellos solo ven un animal muy tierno y peludo. Además, las chinchillas se ponen nerviosas fácilmente y puede no ser una buena opción como mascota para un niño muy activo. Una gran cantidad de movimiento o ruidos alrededor de una chinchilla puede ocasionar que el animal se estrese, y le termine ocasionando problemas estomacales.
Por último, hay que recordar que adquirir una chinchilla como mascota es un compromiso a largo plazo, ya que con un correcto cuidado pueden llegar a vivir más de 20 años (el promedio es alrededor de 12 años); por lo tanto, deben ser alojadas dentro del hogar.
Como con todas nuestras mascotas, el tener una chinchilla requiere responsabilidad, tiempo, comprensión y compromiso.
Azucena Gual. Criadora de chinchillas.
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