El ciclo reproductivo del perro
Dentro del mundo de los perros, las hembras alcanzan la pubertad con la llegada de su primer celo, la edad a la que esto ocurre variará en función de diversos factores como la raza, tamaño y características individuales de cada animal. Generalmente, las perras de tamaño pequeño son más precoces y su primer celo se suele iniciar entre el séptimo y el noveno mes de vida, mientras que en el caso de las hembras de tamaño grande esto ocurre sobre los doce meses, llegando a alcanzar los catorce e incluso, los dieciséis meses de edad. Por lo tanto no debemos preocuparnos si llega a cumplir el año de edad sin haber tenido su primer celo, al margen del tamaño de nuestra perra.
Una vez iniciado el ciclo ovárico, éste se repetirá cada seis meses aproximadamente, si bien, en función de cada animal concreto, estos intervalos se podrán acortar o alargar sensiblemente. Además, en este aspecto concreto la raza sí es un factor determinante ya que las hembras de algunas razas como el Basenji o el Perro Lobo Checoslovaco presentan un celo único anual, es decir, que entran en celo cada doce meses y no cada seis como la mayoría de perras mestizas o de otras razas.
Entre los dos y los seis años de edad, el ciclo reproductivo se mantendrá más o menos constante y, en la mayoría de las ocasiones, esa constancia se mantendrá a lo largo del tiempo hasta que la perra tenga una edad relativamente avanzada. No obstante, a partir de los siete u ocho años de edad pueden aparecer alteraciones como un incremento del intervalo entre los celos, menor fertilidad, reducción del número de cachorros por camada, aumento de dificultades en la gestación y el parto, o defectos congénitos en los cachorros; esto es debido a que la perra ya ha pasado de la edad reproductiva óptima y a partir de ese momento no es aconsejable que se quede preñada.
El ciclo reproductivo de la perra se divide en cuatro periodos:
Anoestro. Es el período de inactividad sexual que se produce entre un celo y el siguiente. Es la fase de mayor duración y se caracteriza precisamente por no presentar ningún signo externo de actividad sexual; el comportamiento de la perra es totalmente normal y los perros no muestran ningún interés reproductivo hacia ella.
Proestro. Esta fase se corresponde con la aparición de los primeros síntomas típicos del celo, que son la inflamación de la vulva y un ligero sangrado que puede pasar inadvertido debido al constante lamido de la perra. Aunque ella no se mostrará receptiva en esta etapa, sí atraerá a los machos por la liberación de feromonas que produce. El proestro suele durar una media de 10 días en los cuales la secreción sanguinolenta aumenta y, posteriormente, disminuye progresivamente en cantidad y concentración. Se suele observar orines más frecuentes de lo normal para diseminar feromonas.
Estro. Es la fase que se corresponde con el celo en sí de la perra, es decir, cuando se produce la ovulación y ésta se muestra receptiva a la cópula con el macho. Se caracteriza por una máxima inflamación de la vulva y la casi desaparición del sangrado. Esta fase, cuya duración oscila entre los 5 y 10 días, es el único momento de fertilidad de la perra.
Metaestro. Es la última parte del ciclo sexual de la perra, en la que observaremos como paulatinamente van desapareciendo todos los síntomas del celo, tanto los signos externos como las alteraciones del comportamiento, y dejará de atraer a los machos. Si ha sido cubierta, se producirá la nidación del óvulo o, de no haber sido fecundada, tendremos que observar que nuestra perra no desarrolle una pseudogestación (algo relativamente frecuente y que puede requerir tratamiento veterinario según la gravedad del caso).
Es decir, la fase en la que debemos tener el mayor cuidado para que nuestra perra no se quede preñada por accidente o descuido es durante el estro, cuando el sangrado está disminuyendo, ya que ése es el momento de mayor fertilidad y cuando ella se mostrará receptiva a los machos que intenten montarla.
Síntomas durante la gestación canina
Normalmente lo primero que notan los propietarios de perras gestantes son cambios en el comportamiento, que pueden ser muy variados según cada animal. Es frecuente notar cambios en su apetito, que se muestren más apáticas y duerman durante más horas, algunas hembras se vuelven agresivas hacia otros perros, o más apegadas y dependientes de sus dueños pidiendo más caricias de lo habitual.
Los cambios físicos suelen incluir mayor desarrollo de las glándulas mamarias, aumento progresivo y considerable de peso con distensión abdominal, mayor frecuencia al orinar y cierta secreción vaginal.
Si creemos que nuestra perra ha podido ser cubierta por un macho cuando estaba en celo, o notamos síntomas o comportamientos propios de una posible gestación, deberemos acudir a nuestro veterinario de confianza ya que será necesario un diagnóstico mediante ecografía y/o radiografía.
Si una perra demasiado joven se queda gestante, corremos el riesgo de que no esté totalmente desarrollada y comprometer su crecimiento, ya que el organismo dará prioridad a la gestación en detrimento de su propio desarrollo. Tampoco es aconsejable que la perra se reproduzca en su etapa senior (sobre los 5-6 años según la raza), no sólo porque su fertilidad disminuye considerablemente, sino porque aumentan las probabilidades de que surjan complicaciones en la gestación o parto y de que los cachorros presenten anomalías al nacer.
Hay que tener en cuenta que tras el celo, sin haber sido cubierta por un macho la perra puede sufrir lo que se denomina pseudogestación, es decir, que puede mostrar síntomas externos y cambios en el comportamiento que nos hagan sospechar que está preñada y no ser así. Será el veterinario el que determine si nuestra perra está realmente gestante o si se trata de un “falso embarazo”, ayudándonos en este caso a paliar estos síntomas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario