Cuando un perro muere, un ángel se encarga de tenerlo y protegerlo entre sus brazos. Su misión en la tierra terminó, fue la de hacer feliz a un humano y enseñarle el significado del verbo amar. Ahora en el cielo, su cometido es el de velar y proteger a ese humano. Él, ya ganó sus alas.
Espero que haya suficientes ángeles para sostener también a todos los perritos que sufren.
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